BALBOA: UN SUEÑO. UNA HISTORIA.

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Balboa nace el 1 de julio de 1963. Hace ya 50 años, como el fruto de un proyecto personal y propio de su fundador, Ernesto Pieroni cuando contaba los 19 años de edad. Esta es una historia especial y muy querida… la historia de una Agencia que cumplió medio siglo de trayectoria y permanencia, en el activo mercado publicitario argentino.

En aquellos años, el sueño de Ernesto era independizarse, crecer y evolucionar, tanto en lo económico como en lo profesional. Con mucho esfuerzo y sacrificio logró ganar experiencia trabajando en otra agencia, colaborando en su mantenimiento y existencia, aprendiendo haciendo, aprendiendo luchando… y el resultado: lograr convertirse en el único apoyo de su dueño; apasionándose cada vez más con esta actividad y de ahí decide echar a andar su sueño, pues la semilla de independizarse ya había sido plantada.

Para poner en marcha este proyecto se necesitaba un espacio físico, máquinas de escribir, algo de dinero, ¡Ahh! , un buen nombre y muchas ganas de crecer. Aunque lo único que poseía era un enorme entusiasmo, el deseo de progresar y su honestidad, el resto: brillaba por su ausencia.

El nombre. ¿Por qué Balboa?

Su deseo inicial era ver su nombre en su Agencia, pero en ese tiempo él era un joven desconocido; y por otra parte, existía una agencia en vía pública poco recomendable, que tenía un nombre similar a su apellido. Era necesario un nombre llamativo, y decidió llamarla Balboa.

Balboa es un nombre español cuya denominación es pegadiza. Además, Balboa es una isla paradisíaca que se encuentra en California, Estados Unidos, en la zona de Newport Beach. Balboa le gustó y decidió registrar su Agencia con ese nombre.

Para su papelería comercial contrató una empresa, en la que su diseñador hizo el primer logotipo de Balboa (Ver isologos).

Primeros pasos…

En la Avenida Pueyrredón 1998, esquina José Andrés Pacheco de Melo (pleno Recoleta de la Ciudad de Buenos Aires), funcionaba “Automóviles Pueyrredón”. Ahí le cedieron un amplio y confortable sótano a cambio del 33% de las ganancias. En ese entonces, solo disponía de un magro mobiliario compuesto por un par de caballetes, una tabla de madera que hacía las veces de escritorio y una estantería metálica desarmable (la cual cumplía la función de biblioteca y archivo de papeles de oficina).

Su hermana Beatriz le regaló US$ 300 de aquella época, que fueron utilizados para abonar a la papelería comercial y tirar los primeros volantes, los cuales se distribuyeron en algunos edificios y negocios de la zona. El objetivo: captar la atención de los vecinos… y así comenzó, gracias a esa pequeña inversión, al enorme y permanente esfuerzo en busca de nuevos clientes -trabajando minuciosa y apasionadamente- que este joven publicista logró superar sus expectativas y objetivos primarios. Fueron tres meses de dedicación, en ese local, a tiempo completo.

Pero cumplidos los tres meses de haberse instalado, decide mudarse. El dueño de la agencia de venta de autos cerraba con llave el local de 12:00 a 14:00 hs. y no le permitía quedarse solo (vaya pseudosocio), justamente en un horario que para Balboa era el de mayor actividad. Se traslada a la oficina de un nuevo cliente, en la localidad de Florida. Nuevamente, le facilitaron un sótano, esta vez, muy, muy pequeño, en la calle Sargento Baigorria 1542. El acuerdo en este caso, era compartir el 50% de sus ganancias y los gastos de una empleada que tenían en común, amén de figurar para el resto de los clientes como un empleado suyo. En noviembre de ese año asesinan al presidente norteamericano John F. Kennedy y el “socio-jefe” (nunca se aclaró cuál fue la relación laboral), cerró el local en señal de duelo (otra incógnita que quedó pendiente), y en enero de 1964, el socio toma la decisión de cerrar la oficina por treinta días, como “estrategia comercial”.

Balboa se traslada de emergencia, y solo por dos o tres días, a casa de los padres de Ernesto, también en el barrio de Florida, porque un buen cliente le ofreció un espacio físico en su negocio inmobiliario y un razonable acuerdo de compartir el 10% de las ventas… no tenía otra opción y se instala allí, en la Avenida San Martín 3086, en Florida.

Esta sería otra etapa, pero siempre con una enorme carga horaria de trabajo, no menor a 14 horas, superándose día a día en honor a Balboa y a los deseos de evolución de su joven propietario.

El publicista en el cuartel

Tras un año de mucho esfuerzo y tesón, Balboa empezaba a caminar por sí misma, podía pagar un sueldo y tener buen margen de utilidad. Ya contaba con una empleada, lamentablemente inexperta para tomar decisiones, lo cual fue un verdadero problema… A sus veinte años cumplidos, Ernesto tuvo que responder con la obligación del servicio militar, pero su único pensamiento estaba puesto en Balboa, y el temor de perderlo todo.

Ahí, entró en escena su padre. El dulce Juan, un hombre especial, un papá de lujo, que a sus 62 años de edad y jubilado, se dispuso a brindar una ayuda enorme, trabajando en la pequeña Balboa sin conocimiento del negocio… a esa edad ¡don Juan aprendió a escribir a máquina!

Ya en el servicio militar y en una de sus visitas al cuartel, su padre le comenta que la empleada lo extorsionó con presentar la renuncia si no aumentaba su sueldo al triple. Él rechazó estas condiciones y se puso totalmente al frente del negocio. Pero el joven publicista también ayudaba y cumplía con esta rutina diaria: se retiraba del cuartel a las 18:00 hs., pasaba por la agencia a las 20:00 hs., trabajaba hasta las 23:00 hs., luego iba a casa a darse un baño y nuevamente al cuartel, a dormir, puesto que a las 6:00 hs. tocaban diana, para formación de tropa. Así transcurrió un año, habiendo ocasiones en que por guardia no podía repetir esta rutina, y se sentía mal sin poder salir para acompañar al “buenazo” de su padre, con su trabajo en su negocio. Sentía que no podía y no debía dejar solo a su pobre viejo querido… pero así, terminó el servicio militar y escalón por escalón, se fue formando y creciendo Balboa, sobre la base de esfuerzos y sacrificios de todo tipo.

Retomando la rutina…

Luego del año de servicio militar, Ernesto recupera su vida habitual, descubriendo con sorpresa que su padre, durante ese tiempo, había realizado una excelente gestión en el negocio, ahorrando parte de las utilidades de la agencia, ¡y el propietario de Balboa puede comprar su primer auto!

En el año 1965 se muda a la calle Fray Justo Sarmiento 1532, en el barrio de Florida, en donde alquila un garaje. Allí instala su primera oficina independiente, con una empleada y un cadete. Disfrutar de la sensación de montar su propia oficina y dejar de depender de terceros es algo muy satisfactorio. Luego de dos años en ese domicilio, traslada la agencia a un local sobre la Avenida San Martín 2457 (siempre en Florida), más amplio que el anterior. Ya contaba con una empleada y un par de colaboradores. ¡La evolución era notoria!

Junto a los éxitos de la empresa, el 26 de septiembre de 1967, Ernesto también pasó por la pena de perder a su padre, cuyo esfuerzo y colaboración fueron un constante ejemplo en los desafíos de la vida. Blanca, su madre, había fallecido tres meses antes de iniciar este emprendimiento.

Primeros colaboradores… y la familia crece

En 1968, a sus 18 años de edad, se incorpora Marcela Fernández Corral. Fiel, honesta, capaz y colaboradora de suma confianza, quien a la fecha, se desempeña como Jefa de Medios. Tiempo después, al casarse y tener hijos, se desvincula temporariamente de Balboa y la reemplaza hasta su regreso, Susana Martínez – otra excelente colaboradora.

El 18 de abril de 1970 Ernesto se casa con Diana, su compañera de vida y un año después, el 17 de abril de 1971 nace su primera hija, Nelly. A los dos años, el 2 de julio de 1973 nace Lorena y su tercer hijo, Martín, llega el 26 de septiembre de 1975.

La evolución era notoria. Corría el año 1976 y se incorpora al pequeño staff de Balboa, su amigo Carlos Pérez Castex, para colaborar en la agencia de una manera transitoria. Un año antes, habían comenzado a transmitir programas radiales de fútbol y deportivos. Se formó un equipo de profesionales de 63 personas, incluyendo periodistas, locutores, técnicos, etc.

Carlos poseía una personalidad especial y extravagante. Llegaba a Balboa a las 13:00 hs. luego de cinco horas de iniciada la actividad laboral. Una vez interiorizado de las últimas novedades, ambos salían a almorzar para conversar sobre temas del día.

Este amigo Carlos, también Gerente Financiero, era un noctámbulo muy ordenado y prolijo en lo laboral. Aunque, como se menciona en el párrafo anterior, su horario de llegada era tardío, pero como hombre comprometido con su tarea, se lo podía ver a las dos o tres de la madrugada en plena actividad. Silenciosamente, tenía la capacidad de organizar y controlar la labor del personal.

En cuanto a la familia, el 1 de septiembre de 1977 nace su cuarta hija, Georgina.

…y Balboa sin prisa y sin pausa seguía creciendo…

Local propio

Balboa necesitaba más espacio para su gente y Carlos fue de gran ayuda en la decisión de comprar la primera propiedad. En el año 1977 se concretó la adquisición de las oficinas – en las que hoy continúa funcionando la agencia – y a dos cuadras del local alquilado hasta esa época.

Luego de la compra, se tardó no menos de 180 días en construir y remodelar la propiedad, acorde a los últimos adelantos técnicos y edilicios de la época.

Inolvidablemente, la mudanza oficial fue el 1 de junio de 1978, día que comenzaba en la Argentina el Mundial de Fútbol, donde fuimos campeones mundiales por primera vez.

En esa etapa se produce la desvinculación de Carlos, debido a la incorporación de Ricardo, hermano de Ernesto, como parte del staff de Balboa. Trabaja hasta el año 2000, fecha en la que se retira, habiendo realizado un gran aporte y apoyo para la agencia.

Para entonces, Balboa contaba con unas veinte personas estables, más las del área de radio, cuya exitosísima transmisión deportiva se extendió por cuatro años, a lo largo y ancho del país.

La nueva generación

En sus nuevas oficinas, comenzaron a desarrollar estrategias de fidelización y mejora en la calidad de atención hacia los clientes, así como también profundizan en lograr la excelencia de la capacidad administrativa.

El camino recorrido desde la fundación de Balboa, hasta estos días, ha sido un sendero de aciertos y tropezones. Las depresiones financieras del país en los años 1989 y 2000, pusieron en riesgo el crecimiento y permanencia de la agencia. Especialmente en la relación con los multimedios y algún tipo de clientes que procedieron unilateralmente, agravando aún más la situación financiera de la empresa. La exposición a estafas, quiebras y falta de pagos retrasaron la evolución de la agencia por varios años; sin embargo, tanto para su propietario, su familia y el staff que lo ha acompañado, estos altibajos fueron capitalizados como valiosas experiencias para no dejarse vencer, y aún más: descubrir nuevas oportunidades para salir adelante y continuar activamente en el negocio publicitario.

…con mis palabras

“Mis hijos Nelly, Lorena, Martín y Georgina venían con frecuencia a la oficina. Todos ellos prestaron colaboración en distintas etapas de crecimiento de Balboa. Pero mi hija Lorena, siempre mostró especial interés por la agencia. Comenzó a trabajar en 1991 a sus 18 años, hasta que se recibe de abogada. Posterior a su carrera de grado, realiza un máster en Estados Unidos de Norteamérica, regresando con todas las ansias de dedicarse plenamente a su profesión. Tras la crisis coyuntural del año 2002 y luego de mucho analizar su situación laboral y profesional, opta por reintegrarse a Balboa. Su reincorporación fue en el peor momento publicitario, económico, financiero y profesional del país. Toda su capacidad, profesionalismo, personalidad y ahínco se vieron reflejados a lo largo de los años. Realizó su trabajo con la misma seriedad con que se desenvuelve en su vida personal. Gracias a su actitud y aporte, decidí premiarla, convirtiéndola en socia y principal consejera y asesora de Balboa. Por mérito propio, se ganó el privilegio de ocupar el lugar más importante para mí: estar a mi lado.

Actualmente, Lorena cuenta con amplias facultades para la toma de decisiones de cualquier naturaleza, especialmente en lo legal, financiero y crediticio. Y es mi esperanza que continúe en el futuro con la dirección absoluta de mi Balboa, hoy ya nuestra”.

“Aunque la empresa nunca ocupó el primer lugar en facturación en las estadísticas económicas financieras, sin lugar a dudas podemos decir, que realmente es una de las agencias de mayor profesionalismo y eficiencia del país. Y esto lo pueden afirmar nuestros 2831 clientes (entre activos y pasivos) y la permanencia y capacidad de adaptación en el mercado argentino, evidenciados en sus 50 años de trayectoria”.

“Tuve que sortear y superar diferentes adversidades, pero cuando miro hacia atrás reflexiono que si Balboa se mantuvo hasta ahora, es porque algo hice bien y no todo lo hice mal…

“Deseo seguir andando el camino por muchos años más y ver el crecimiento de mi empresa en manos de mi hija Lorena. Gracias a su gran aporte, voluntad, responsabilidad y eterna predisposición, de a poco voy dejando la agencia en sus manos, sin mi presencia”.

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“En esta historia de lucha, sacrificio y logros le debo un especial agradecimiento a mi esposa Diana, quien siempre fue el pilar de mi hermosa familia y el apoyo incondicional, en las buenas y en las malas, a lo largo de mi carrera profesional”.

A través de este relato, se pretende demostrar que en cuestiones de la vida, no se trata de “suerte”. Ernesto lo expresa así: “…soy un convencido que el camino al éxito, es un recorrido de esfuerzo y grandes sacrificios. No me fue fácil, pero si el premio es el mismo, volvería a repetir la historia. Hoy me siento muy gratificado y orgulloso de ver mi agencia funcionando con un equipo de primera”.

LA TAPA DE CLARIN EL DÍA QUE BALBOA NACIÓ

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